En este caso el resultado ideal sería optar por la tecnología que esté en el cuadrante 1, es decir, la más efectiva y menos costosa, desafortunadamente no siempre la información es tan clara y en muchos casos tomar decisiones sobre la priorización en salud comprometer cuestiones éticas, por ejemplo ¿qué pasa cuando un medicamento es más efectivo y mucho más costoso que el que está actualmente cubierto por los planes de beneficios o esquemas de aseguramiento? (cuadrante 4 – figura 1).
- El precio y la innovación de los medicamentos biológicos
Mayor efectividad por mayores precios es el caso de muchos de los medicamentos biológicos innovadores. Esto demuestra que las decisiones sobre el proceso de priorización en salud no siempre son recomendadas técnicamente como las “más costo-efectivas”.
En algunos casos una opción menos costo-efectiva sería la incluida en los planes de beneficios y esquemas de pago, con el objetivo de garantizar los mejores resultados en salud y el mayor bienestar de los pacientes por encima de las estrategias de sostenibilidad del sistema. Esto pasa siempre que la tecnología se encuentre por debajo del umbral de costo-efectividad, es decir, que ese costo adicional se encuentre dentro de mi límite de disponibilidad a pagar por la tecnología.
En algunos casos una tecnología puede demostrar grandes resultados en salud, pero del mismo modo su costo puede estar por encima de la disponibilidad a pagar, sin embargo, en pro de garantizar el derecho a la salud y con la evidencia robusta que soporte su prescripción ¿Qué decisión debe tomar el pagador?
- Los medicamentos huérfanos
Otro ejemplo importante en esta línea es el de los medicamentos huérfanos, que ofrecen mejoras terapéuticas importantes para los pacientes que padecen enfermedades raras, pero suelen ser considerablemente más costosos que los medicamentos no huérfanos, esto genera dudas sobre su costo-efectividad sin perder de vista sus ventajas en efectividad (3).
Estos medicamentos son, en la mayoría de los casos, la única alternativa para pacientes con enfermedades huérfanas, por esta razón los pagadores se enfrentan a grandes retos para garantizar el acceso adecuado a estos tratamientos (3).
Una discusión que lleva el debate sobre la costo-efectividad a un nivel más profundo de discusión es el de las tecnologías usadas para los cuidados paliativos, que en muchos casos son muy costosas y los beneficios que generan son marginales dada las condiciones de la población a la cual son dirigidos (4).
Sin embargo, más allá de los resultados finales en salud, la calidad de vida de los pacientes y las condiciones con las que deben llevar su enfermedad exigen la atención integral, humanizando los servicios de salud y garantizando una mejora en el bienestar (4).
- Cuando falta evidencia para determinar la costo-efectividad
En muchos escenarios, debido a la falta de evidencia que soporte la costo-efectividad de las intervenciones, puede complicarse la toma de decisiones informadas. Pero casos como, por ejemplo, la integración de los profesionales en salud mental a los protocolos de atención primaria en salud, terminan representando una ganancia social tan notoria para los pacientes, que desplaza la costo-efectividad como factor clave para la priorización y el financiamiento (5).
Finalmente, se debe tener presente que los ACE dan cuenta de la relación entre el costo y los resultados en salud, pero no reflejan con precisión la importancia que los profesionales de la salud y tomadores de decisiones (pagadores, prestadores, Gobierno) le otorgan al beneficio social en general, incluyendo aspectos sociales como la equidad (6). Por lo anterior, los ACE, como la mayoría de las evaluaciones económicas, deben ser una herramienta que oriente la toma de decisiones en salud, pero no el único aspecto para tener en cuenta.